lunes, 6 de noviembre de 2017

Vistas a futuro


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Todos los músculos
 de nuestro cuerpo permiten el desplazamiento,
mantenimiento de la postura e incluso movimientos
 involuntarios como parpadear, tragar, respirar, etc.




A grandes rasgos, si los músculos se contraen lentamente producen «Fuerza», si lo hacen rápidamente «Potencia».  La fuerza y la Potencia son esenciales para todas las actividades de la vida diaria. Con su entrenamiento no solo favorecemos el aumento del rendimiento en una determinada tarea, sino que se producen beneficios para una gran cantidad de acciones cotidianas como el trabajo y actividades sociales.

A partir de los 40 años comienza a provocarse la reducción de fuerza, este déficit se acentúa en torno a los 70 años. La mayor parte de la fuerza que se pierde con el paso del tiempo se atribuye a una disminución de la masa muscular.

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El entrenamiento de fuerza ayuda a los individuos a mantener unos niveles óptimos de esta «Cualidad Física Básica», a lo largo de muchos años. Sabemos que esto ocurre porque los adultos que continúan practicando ejercicio físico o deporte son capaces de mantener mejores niveles de fuerza que los sedentarios. También se ha visto como personas ancianas pueden experimentar mejoras con entrenamientos orientados al trabajo de la fuerza. Los programas de entrenamiento aumentan el tamaño de la musculatura tanto en los más mayores como en los jóvenes, y aunque no se pueda frenar ese deterioro provocado por la edad, es interesante practicar ejercicio físico que someta al cuerpo a una carga y que por tanto, estimule a la musculatura. 

Incluso algunos estudios que usan el entrenamiento de fuerza a elevada velocidad para mejorar la potencia en ancianos han tenido resultados satisfactorios. Tal vez, una de las razones más importantes por las que incluir este tipo de actividades para la mejora de fuerza y potencia en jóvenes y continuarlo durante el transcurso del tiempo, es para mantener los niveles de movilidad y funcionalidad. Existiendo transferencia en tareas como: andar, levantarse de la silla, disminuir el riesgo de discapacidad, etc.


Recomendable la lectura de la siguiente bibliografía, sobre todo los temas destinados al tratamiento de los aspectos que nos atañan:

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   1) Spirduso, W., Francis, K., y MacRae, P. (2005). Physical dimensions of aging. Human Kinetics.

(    2) Tortora, G., Derrickson, B. (2011). Principios de Anatomía y Fisiología. Panamericana.

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